La sanidad pública debería de ser un derecho; la privada, una decisión

Vivir en un Estado del Bienestar tendría que incluir una cobertura universal de salud independientemente de cuestiones de raza, sexo, edad o riqueza. La sanidad pública debería estar asegurada y garantizada, pero a menudo encuentra dificultades para alcanzar su objetivo. Son las deficientes políticas tomadas y que se siguen manteniendo lo que dificulta un correcto acceso a la sanidad pública. 

En los últimos meses, estas carencias han salido a la palestra y han hecho eco en los medios de comunicación. Hemos visto el nivel de abandono y deterioro que padece la sanidad pública y que se repite por todas las comunidades autónomas. Una limitada inversión del presupuesto público en sanidad conduce a malas condiciones laborales para los médicos, sueldos precarios y el colapso en todos los ámbitos de la medicina, desde Atención Primaria hasta Urgencias. 

En 2021, la sanidad pública alcanzó su máximo histórico de pacientes en lista de espera. A nivel nacional, el tiempo medio de espera para someterse a una intervención se situó en 123 días. Aragón es precisamente la comunidad donde más se espera para ser intervenido, con 183 días de media y 25.887 personas esperando para una intervención. 

Aunque, como ya hemos visto, los problemas en la sanidad pública española no son exclusivos de Madrid, el reciente colapso y los recortes en el servicio público han hecho que cientos de miles de personas se lanzaran a la calle este pasado domingo en una de las manifestaciones más multitudinarias que se recuerdan. Sin embargo, el Gobierno de Díaz Ayuso ha hecho oídos sordos a esta reivindicación en su valoración oficial, claro signo de que no existe una intención real de escuchar. 

Sin importar que el cambio pueda parecer difícil y costoso, la lucha por conseguir una sanidad pública competente debe seguir constante hasta que se logre una atención universal de calidad. No obstante, mientras tanto, nuestra salud es demasiado importante como para ponerla en riesgo. Los seguros privados son una buena opción para asegurarnos una asistencia rápida y personalizada, cubriendo los servicios sanitarios para los que deberíamos esperar meses. Además, las compañías ofrecen distintos planes, lo que nos da la posibilidad de elegir el que mejor se adecúe a nuestras necesidades y características. 

Hasta que realmente la sanidad pública sea una garantía y la privada una decisión, hacernos con un seguro privado puede ser una buena forma de cuidar de nosotros y de nuestros seres queridos.